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Genio, talento, esfuerzo

Actualizado: 30 may 2023

Con mucha naturalidad nos referimos al genio de la persona que escribió algo, pero cuando queremos establecer qué es el genio, prácticamente no encontramos más explicación que decir que se trata del talento. Pero con esa respuesta seguimos sin explicar nada, ya que aún necesitamos definir qué es el talento, luego de hacerlo también es necesario establecer la diferencia entre talento y esfuerzo.

Ya entendemos qué cosas implica el esfuerzo, pero no sabemos aún qué implica el talento. ¿Se trata de facilidad para hacer algo? Suponiendo que sí, ¿sería innata esa facilidad, y solamente innata, o también puede ser adquirida mediante la práctica? Porque si puede adquirirse con práctica, seguimos hablando de esfuerzo. Y ese talento o facilidad, ¿cuánto pesa al lado del esfuerzo? Y ¿a qué equivale? Es decir, ¿qué le aporta el supuesto talento a una obra literaria, que no logra igualar —supuestamente— el esfuerzo por sí solo, por más que nos esforcemos mucho?

En el deporte, ¿dónde está el talento? En tiro al blanco, por ejemplo, si los talentosos son los que tienen mejor puntería, podemos decir que poseen un talento que fue adquirido con práctica, es decir, con esfuerzo. Un futbolista, específicamente un goleador, también ha entrenado y perfeccionado, mediante la práctica, las técnicas de golpear la pelota, y otra vez hablamos de esfuerzo. Pero no tardamos en tener pensamientos como: si sólose trata de esfuerzo, ¿por qué no todos o la mayoría de los futbolistas son como el mejor? ¿Será que el mejor tiene más facilidad para hacer algunas cosas, y que en esa facilidad reside el talento? ¿O se trata simplemente de que el mejor se esfuerza aún más que el resto? ¿O se trata de una mezcla de esfuerzo extra y facilidad?

Hablar de genio o de talento se siente como hablar de inspiración. ¿Y qué opinaron los llamados genios acerca de la inspiración? Que existe, pero tiene que encontrarte trabajando (Picasso), que es el uno por ciento de inspiración y el noventa y nueve por ciento de transpiración (Filloy). Dos artistas considerados genios, o geniales, coincidiendo, sin embargo, en que la creación artística se basa en el esfuerzo antes que la inspiración.

Parece ser, entonces, que para escribir una obra maestra, sin importar si creemos tener un don, ser genios, talentosos o escritores del promedio, de todas maneras deberemos esforzarnos. Y no debemos olvidar el aporte que recibimos de las lecturas que hacemos. Es más, si no fuera por ellas, seguramente contaríamos con menos herramientas teóricas para lograr escribir algo de calidad, ya que es a través del acto de leer que vamos conociendo las posibilidades del lenguaje, y aprehendiendo las distintas maneras de usarlo. Por lo tanto, podríamos afirmar que la lectura es la base de la experiencia de un escritor. Pero no la mera lectura, sino la lectura, a su vez, de calidad. Imaginemos una balanza de platillos, y que, sobre un platillo, están apilados todos los libros que hemos leído, y sobre el otro, las reflexiones que hemos hecho

después de leer todos esos libros. La balanza, al igual que en la realidad, podría venirse a pique irremediablemente ante la ausencia de un contrapeso. Si leímos esos libros uno tras otro, con voracidad, por más alta que haya sido su calidad literaria, sólo nos habrán dado placer, mas no sabiduría, o al menos no la sabiduría que necesita quien escribe. Pero hace falta muy poco para inclinar esa balanza hacia la reflexión. Basta con leer una sola obra maestra, de manera realmente concienzuda.

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