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Etapas de la creación literaria

Actualizado: 4 may

La etapa de escritura en su mayor fluidez, generalmente llamada inspiración, también es denominada etapa volcánica.

Etapa volcánica

Un volcán en erupción como metáfora de la Inspiración
Erupción Volcánica o de Inspiración en la Escritura

Cuando se nos ocurre la idea para un texto, es muy valioso actuar con urgencia y anotarla, sobre todo si la misma se nos ha revelado a través de un sueño, ya que estas suelen desvanecerse con notable rapidez apenas despertamos.

Cuando surge una idea, y comenzamos a desarrollarla en nuestro pensamiento, o la trasladamos a una hoja (de papel o digital), nos encontramos transitando lo que se conoce como etapa volcánica. Esta etapa, claramente, recibe su nombre al establecerse una analogía entre un volcán que hace erupción, y la idea que emerge en nuestra consciencia, muchas veces brotando a borbotones, como lava arrojada por un volcán.

Durante este proceso, y hasta que no se detenga, es conveniente registrar cada pensamiento como vaya surgiendo, sin preocuparnos por detalles estéticos; después de todo se trata de un borrador. Es más, estamos hablando del primer borrador. Ya tendremos tiempo, una vez que el volcán se haya calmado, de corregir todo lo que deseemos.

Finalizada la etapa volcánica, es aconsejable entrar en una etapa de cajoneo.


Etapa de cajoneo


Cajón de Archivero abierto con Documentos
Etapa de Cajoneo o de Pausa en la Escritura

Muchos autores recomiendan dejar reposar o descansar un texto, ni bien se ha terminado la escritura de su primer borrador. Esto suele conocerse como etapa de cajoneo, nombre que alude a guardar el escrito en un cajón durante un tiempo prudencial. La finalidad de este proceso es tomar distancia del borrador.

¿Pero, por qué hablamos de tomar distancia? Bueno, para empezar, sea cual fuere la duración de la etapa volcánica de una idea, la misma seguramente habrá sido intensa, y por ende agotadora. Nuestra mente, entonces, necesita un descanso, pero esto no significa que esté verdaderamente agotada para hacer cualquier tarea. Sólo se encuentra hastiada de esa idea en particular, y si insistimos en seguir corrigiéndola, sin antes tomar esa distancia, ese descanso, corremos el riesgo de comenzar a pasar por alto algunos elementos durante las correcciones. Debido a la persistencia de su contenido rondando nuestra mente, nuestro cerebro empieza a darlo por sentado, y a perder de vista ciertos errores en las siguientes revisiones.


Etapa quirúrgica

Instrumental Quirúrgico
Etapa Quirúrgica o de Corrección o Edición de Textos

Suele llamarse etapa quirúrgica a la etapa de corrección, y se la llama así, porque se la compara con una operación médica que se realiza en un quirófano. Con la diferencia clara de que, quien espera en la sala de operaciones, es nuestra obra y no otro ser vivo.

Bajo su consentimiento, procedemos a: reemplazar palabras, alterar el orden que siguen mientras se encadenan formando oraciones, frases, párrafos; agregar o quitar una escena o un personaje de su cuerpo textual, y otros cambios. Todos ellos, afectan directamente a la trama.

La tensión, la musicalidad, la ambientación y otros componentes se verán alterados cada vez que cambiemos un párrafo, una frase, una oración o tan sólo un símbolo. Así de delicada puede ser la operación, y así de responsables deberemos ser cada vez que adoptemos el rol de cirujanos.


Saber qué estamos haciendo

Es válido cambiar una palabra a nuestro antojo, siempre y cuando haya un motivo detrás; la intuición nos dirá cuál puede reemplazo más adecuado, sin restar claridad a nuestra idea. Otras veces, con sólo cambiar el orden de las oraciones, podemos comprobar que el párrafo modificado suena mejor, y quizás hasta se ha vuelto más claro. También podemos cambiar una palabra para evitar su repetición en exceso, o porque, a raíz de la cercanía entre ella y otra con la que suena muy parecido, se produce cacofonía, y como uno de los valores literarios es la armonía, conviene cambiar una de las dos por un sinónimo que restablezca la musicalidad.

Pero la elección de un sinónimo no se debe tomar a la ligera. Antes de hacerlo, debemos conocer en profundidad el idioma que usamos, porque ninguna palabra es capaz de reemplazar por completo a otra; cada palabra tiene un poder de significación único, y así, casa no significa lo mismo que hogar ni que residencia, por más que las tres sean válidas para referirse a una vivienda.


Equilibrio

Para mantener el ritmo en géneros poéticos como el poema o la prosa poética, una de las maneras de lograrlo es ajustando la extensión de los versos o las líneas. En la extensión de los párrafos de la prosa, en un cuento, por ejemplo, también es positivo lograr un equilibrio a nivel visual, para que resulten agradables como manchas de similar tamaño, formando patrones más o menos uniformes en las páginas.

Crear un equilibrio en los capítulos de una novela, también es valorado por los lectores. Los capítulos cortos calman ansiedades, y facilitan encontrar un punto donde colocar sin culpa o desgano un señalador.

Es lícito perseguir este equilibrio, siempre y cuando no sacrifiquemos elementos valiosos de la trama. El fluir natural del estilo, y la intuición, serán guías al escribir y corregir.


Descanso

Cuando la instancia correctora se torna agotadora, o aburrida, es mejor detenerse, en vez de seguir practicándola con el juicio debilitado, para evitar que los resultados sean inferiores a los que se obtendrían con la energía renovada.

Así, entre corrección y corrección, conviene repetir la etapa de cajoneo, y también, de ser posible, es recomendable agregar entre medio una etapa de prueba.

Etapa de prueba

Mientras descansamos o tomamos distancia de nuestro texto nuevamente, esta etapa nos ofrece la oportunidad de someter lo escrito a la lectura de otras personas, con el fin de que nos den su opinión sincera acerca de lo leído. Hacer esto nos ayudará a ver si el texto posee suficiente claridad, intensidad, verosimilitud, y otros aspectos clave que conforman la calidad literaria de una obra, o si es necesario seguir afinando alguna de esas bases.

Es entonces cuando entra en juego la empatía con los lectores.


Empatía con los lectores

Esta, más que una etapa, puede considerarse una actitud a mantener en relación con nuestra comunidad lectora.

Desde el lugar de autores, siempre esperamos que los lectores comprendan lo mismo que nosotros al leer lo que escribimos, pero a veces olvidamos que, ante nuestra obra, siempre tendremos mayor capacidad comprensiva que nadie, porque sabemos todo, lo dicho y lo no dicho. Por ejemplo, si me interesa esconder significados en ciertos pasajes de la trama, dejando leves pistas para que sean descifrados, puedo pretender que todos los lectores lo logren. Pero en ese caso hay un detalle que se me escapa: soy la única persona que, antes de comenzar la lectura, sabe que en la trama se esconden cosas.

Otro error que solemos cometer es esperar que, ante un final abierto o ambiguo, todos los lectores desemboquen en una misma interpretación, que la misma coincida con la que los autores preferimos, y que, como si fuera poco, también sea su interpretación preferida.

Conclusión:

Si transitamos a conciencia las etapas de cajoneo y quirúrgica, y ponemos a prueba nuestra obra con la ayuda de lectores cercanos y sinceros, cada cosa que escribamos podrá convertirse con más facilidad en buena literatura.


Autor: Juan Pablo González, del libro Manual de escritura profesional.


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