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El borrador-calzado

Actualizado: 30 may 2023

Se puede establecer una analogía entre la escritura y caminar, partiendo de la base de que el borrador de un texto y un calzado son equivalentes. El acto de escribir, entonces, equivale al acto de caminar con ese calzado puesto. De tanto andar, al calzado se le aflojan los cordones. Estos simbolizan la corrección, que puede ir de leve hasta trabajosa. Nos conviene, entonces, corregir el texto mientras avanza, ya que con los cordones reajustados podemos caminar mejor. De paso, mientras dura ese ajuste, la parte creadora de la mente puede descansar.

Con la idea almacenada, estudiada, y tenuemente modificada en nuestra mente, como forma viable para una trama, comenzamos a escribirla. Como un metal fundido, vertemos la idea en moldes, y obtenemos palabras que vamos

conectando, construyendo una máquina.

Cambiamos partes por otras mejores, apuntando a lograr una pieza de relojería cada vez más precisa. Pero siempre observando cómo esos cambios conserve la coherencia del nivel estético, así como también el sentido de la trama.

Si motivados por la imaginación, podemos seguir avanzando, debemos hacerlo. Pero si advertimos que, en vez de avanzar sobre terreno firme, estamos dando pasos en falso, sobresuelo pantanoso, aprenderemos que, a veces, conviene más quedarnos en casa lustrando el calzado. Cuando volvamos a caminar, el calzado renovado, bajo un cómodo andar, se sentirá como nuevo.

La senda a recorrer por el borrador-calzado, sería un camino sin fin, ya que el texto, en tanto se lo considere como siempre perfectible, nunca dejará de ser un borrador. Por lo tanto, la señal de que nos conviene dejar de corregir un texto, pueden ser las ganas de caminar usando otro calzado, de recorrer otro camino, con la conciencia tranquila de que estamos dejando ir un borrador más que decente,

listo para caminar por sus propios medios.

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